miércoles, 12 de octubre de 2011

I Ching







El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa.
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida
El rigor ha tejido la madeja
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura
El camino es fatal como la flecha
Pero en las grietas esta Dios, que acecha
J. L. Borges...


No soy un amante de la poesía, jamás creo llegar a serlo, debo aceptar que he escrito algunas piezas, solo sentimientos, solo pasajes emotivos que adornan el momento en mi historia. No es así cuando leo y releo este pedazo de magia, desconozco si Borges lo elaboro para la versión del I Ching que conservo, no sé si tan solo el editor lo acoplo de manera perfecta en esta increíble herramienta elaborada por sabios y dioses antes de la era cristiana.

Cuando leo esta pieza mi imaginación remonta automáticamente a principios de los 90’s donde confundida mi mente divagaba en busca de respuestas que llegaron en tiempo y destiempo…

Una tarde en París sentados en un piso de parquet me mostraron el mágico libro, me dijeron que hiciera una pregunta, que dicha pregunta tendría que ir acompañada del tiro azaroso de tres monedas chinas. Tendría que concentrarme en cada tiro, que en su totalidad el ejercicio lo tendría que repetir seis veces hasta formar un hexagrama de pares e impares. La pregunta llego a mi mente, la formule y la formule siguiendo las reglas. La respuesta que me dio el libro era tajante, la lectura evocada por parte de mi hexagrama era definitiva, la respuesta no me gusto…



Proseguí a hacer el mismo ejercicio con la misma pregunta, el hexagrama increíblemente fue el mismo, por tanto la respuesta seguiría rondando en mi mente como un balde de agua fría. Decidí hacer el mismo ejercicio con la misma pregunta, la sorpresa fue espelúznate, el mismo hexagrama el mismo texto dictamino mi futuro inmediato. Desde ese momento tome el libro como algo muy serio, como un regalo de la vida que solo se puede ver pocas veces, ya que nunca se equivoca…


Para mi amigo Alberto Fregoso.

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