jueves, 27 de septiembre de 2007

Negociando con el destino.

22 de Agosto del 2007



Siempre pensé que el adentrarme en las situaciones cotidianas traería consigo mayores experiencias de vida, que al mismo tiempo enriquecerían la mía. De hecho encontré de esa actividad un placer, una afición casi viciosa al tratar de resolver problemas ajenos y personales, casos y cosas en las que yo veía un profundo desinterés por parte de los verdaderos tenedores.

Con el paso del tiempo fui adquiriendo experiencias mas complicadas para resolver, casi siempre arriesgando demasiado, defendiendo el arca tan solo con palabras, paciencia, actitudes, que otorgan mas tiempo. Tiempo preciado para desenredar la madeja del hilo que dejaron tirado.

Según mi enfoque, la base que fundamenta el éxito de una negociación debe de girar en un entorno que simule una perdida sistemática de las posibilidades de salir venturosos de la misma, perdiendo terreno para ganar la guerra. Dicho acto estimula al contrario a tomar una actitud compasiva y dominante en la controversia.

Esta ventaja produce en el negociante una visión tridimensional del oponente, navegando dentro de un mar con luna llena, invadido por la neblina. Hoy el problema no es la marea, hoy el problema es encontrar la estrella del Norte que nos guíe hacia el camino. Paciencia, tranquilidad, energía que se confunde con debilidad, es el arma letal que santificara el encuentro. En el extenso trámite la atención debe de estar enfocada para encontrar el momento de flaqueza del oponente, ese momento esperado trae consigo la esperada victoria.

Podría seguir hablando solo de la teoría, pero siempre he pensado que la mejor manera de aprender algo es de manera urbana, a manera de palpar el ejercicio del problema en acción. De cualquier manera la vida esta llena de un sinnúmero de batallas ganadas y otras perdidas, de experiencias que cautivan el alma por medio del recuerdo.

Todo proceso debe tener una base estratégica, en la cual el negociador recorre el camino hacia el objetivo final, esta base vincula las ideas, los motivos, los puntos clave y las debilidades del caso. Lamentablemente no en todas las ocasiones disponemos de tiempo para programar la situación, por lo que habrá que improvisar, negociar – negociando. Con sus limitantes y la sensación de la no frontera de posibilidades tanto el negociador como el oponente logra obtener una gama de posibilidades en la cual el negociante deberá de percibir el camino hacia el objetivo, la estrategia improvisada que casi siempre es ganar, de manera tangible o intangible, de manera comprensible o no, de acuerdo a las normas que estableció el motivo de ser.

Siempre he pensado que el poder radica entre otras cosas sobre la virtud ó facilidad de negociar. Posiblemente la actividad de negociar trae consigo un ir y venir de victorias y pérdidas, pero conforme pasa el tiempo y por consiguiente las experiencias, la necesidad de lograr la victoria, se convierte la base inviolable del negociador, cuando más complejo es el caso, mas fuerte es el sentimiento de dependencia a la victoria.