jueves, 12 de octubre de 2023

 


El libro de la mente

 

Es imprescindible intensificar la percepción que confluye en un mundo comandado en distintos momentos por pensamientos contrarios endebles; algunas veces y potentes otras tantas, difundiendo el momento en una idea que trasciende en un sin fin de imágenes aquilatadas por la experiencia de nuestros sentidos, no es así cuando el mundo dispone de una métrica cadente y pausada, son en esos momentos que parecen infértiles un cumulo de trascendencia. Es lógico ya que el escaneo gradual y perfecto del espacio es el carburante de una idea fija, un concepto sublime, un párrafo que describe toda la humanidad.

Soñamos con ser alguien sin entender que siempre lo hemos sido, la mente nos juega otra de sus partidas, la dependencia llego de nuevo, ¿ahora que nos vamos a meter?, ideas, drogas, consejos… Maldita dependencia, ¿realmente es maldita esta codependencia? Es una elección personal basada en el aburrimiento y la soledad social. El componente central de una escena es la luz, no así la presencia física o monumental del espacio, tampoco el dialogo o el momento silencioso, difiero de la importancia que tiene el ego en estos conflictos, el ego es el ego, un enano que vive en nuestras mentes el cual nos hace sentir mejor o peor según sea su objetivo en ese momento. Es la música con ritmo que impacta con adrenalina nuestra vida. Es un invento que creo Dios para que permanezcamos centrados domando o no a la bestia. ¿Quién puede más?, ¿Qué deseo real tengo de detenerla y callarla? El ego funciona como motor, el problema es que pocos saben maniobrarlo, piensan en la sumisión del ser para la perfección, piensan en exponenciarla para crear caos y arte. No es solo si, no lo es, solo lo es para nosotros, al final el ego es la fantasía personal que viaja dentro de cada persona y permanece dispuesta y atenta para ser culpable en todo momento. Es como si el alma se escondiera detrás del ego para cometer sus fechorías. Esa es la parte divertida entre la conjunción de la carne, el ego y nuestra alma.

Entonces nadie sabe manejarla y los que saben hacerlo solo es por momentos pasajes meditativos apagan el ego, o tal vez el ego es el ruido constante que nos invade cuando las practicamos. Lo más humilde es reconocer el poco control que tenemos del ego y lo lejano que estamos para poder controlarlo, tan solo el poner atención para lograr observar de manera silenciosa lo que está pensando implica engaños y momentos pasmados que hacen dudar de su veracidad.

Lo mejor es hacer las paces entre el ego, la carne y el alma, mejor utilizar la herramienta astral que nos permite ceder el control aun y cuando el ego no lo desea, eso sí aprendí a hacerlo con practica y conocimiento. Hacer una solicitud especifica en el camino a realizar entreteniéndolo al mirar la historia de la vida pasar.

Nuestra vida es una experiencia única en la carne, pero no en el alma, me pregunto si el ego es la personalidad de nuestra alma, o el ego desaparece junto con la carne en el momento de la muerte. Tengo el presentimiento de la primera, ya que en mi sentir se conocen y han caminado en varias galaxias, esa dupla es única y la amo.